El marajá del Orient Express

El Orient Express es un tren mítico conocido desde siempre por ser uno de los más lujosos del mundo, por lo que ha contado en muchas ocasiones con viajeros muy afamados. Como suele ser habitual, donde hay gente poderosa hay anécdotas llamativas, algo que al Orient Express no le falta. Hoy, en Pinceladas, te contamos una de ellas, protagonizada por el marajá de Cooch Behar (La India).

El Orient Express siempre ha contado entre sus viajeros con personas poderosas y exigentes. Foto: FumigraphiK.
El Orient Express siempre ha contado entre sus viajeros con personas poderosas y exigentes. Foto: FumigraphiK.

Un tren digno de un marajá

El exigente marajá de Cooch Behar. Foto: Ekabhishek.
El exigente marajá de Cooch Behar. Foto: Ekabhishek.

El marajá de Cooch Behar, Jitendra Narayan, nunca escatimaba en sus viajes, y siempre que visitaba Europa llevaba consigo a todo su séquito. Era un asiduo al Orient Express, y todos sus trayectos acababan siendo un espectáculo que fascinaba a la élite europea que coincidía con él en el tren. De hecho, sus extravagantes condiciones a la hora de viajar se convirtieron en toda una leyenda en el Orient Express.

Como decíamos, el marajá iba siempre acompañado de todo su séquito, y exigía que el coche en el que estuvieran se decorase al más puro estilo indio, con cortinas tupidas que permaneciesen siempre cerradas durante el trayecto. Y luego estaba la calefacción: sus siete mujeres debían vestir un sari, por lo que la temperatura del coche en el que viajaban tenía que ser más alta que en el resto.

 

El Orient Express más servicial

El problema llegó cuando, durante un viaje en el invierno de 1907, el sistema falló y sus mujeres pasaron frío. Después de usar todas las mantas disponibles sin que fuesen suficientes, el marajá hizo parar el tren para ir a comprar pieles de oveja a los pastores búlgaros.

Este tipo de exigencias agotaban a los trabajadores del Orient Express, pero siempre eran recompensados: el marajá tenía la costumbre de dejar propinas en forma de joyas, lo que mantenía contenta a la plantilla y aseguraba que siempre atendiesen a sus necesidades.

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